Laurencio Castro es vecino de Castiello
desde hace mas de 20 años. Vive solo desde que faltó su esposa Carmina y es conocido
por todos principalmente por dedicar toda su vida a la fabricación de lejía en
Gijón. Nos recibe amablemente en su casa para contarnos cosas sobre su historia,
su trayectoria profesional y los recuerdos de toda una vida.
¿Dónde naciste?
Nací en Santolaya de Valdornón (Gijón) en el añu 1930.
Éramos 4 hermanos, 2 mujeres y 2 varones. Había otros 2 pero murieron cuando la
guerra.
¿Algún
recuerdo en especial de su niñez?
Cuando estalló la guerra yo tenía 6 años y marché pa
casa El Chaboleru. Dábenme un duru todos los días por llevar les vaques a los
praos pero yo desde pequeñu ya sabía que aquello no era lo mío. Yo veía a un
paisano conducir un camión o unu que tuviera una sierra o un trabayucu un poco
prometedor y ya me volvía llocu, parecíame que aquello que yo hacía no era el
mi porvenir.
No había
medios y todo era muy atrasao pero era lo que se conocía porque nadie nos había
enseñao otra cosa, por eso la gente que emigró fueron los únicos que pudieron
ver algo más de lo que conocíamos.
Acuérdome de dos hermanos vecinos míos que emigraron a
Argentina, hicieron fortuna y una vez que vinieron de visita trajeron una
salladora y una espalladora, les primeres que se conocieron por aquella zona.
El casu ye que el padre no quería saber nada de aquellos artilugios, decía que
si yos daba por usar aquellos aparatos seguramente fueran a morir de fame. Todo
eren pegues a les coses modernes, pero era la ignorancia que había en los
pueblos de aquella.
¿Cuándo
empezaste a trabajar?
Empecé a trabajar con 13 años en la Teyerona de
Ciares. Allí sufrí mucho y fue allí donde gané la primer Peseta que llevé pa
casa. Desde mi casa hasta allí hay 18 km y acuérdome que iba a buscanos un
camión que trabayaba pal transporte de la teyera y íbamos en unos bancos
puestos a la larga y agarraos a les parigüeles. Cuando llovía garrábamos una
pingadura… y cuando xelaba… acuérdome que mi madre hacíame unes manoples.
Estuve en la Teyerona de Ciares hacia 4 meses.
A los 19 años entré en La Camocha y trabayaba en el
interior, ganaba más que un barrenista y que un picador pero era el que más
trabayaba, hasta de noche porque pagábase bien la nocturnidad. Trabayaba hasta
los domingos. No me importaba trabayar mucho, yo lo que quería era ganar dinero
y marchar pronto de la mina porque tenía en mente otres perspectives. Al salir
de la mina íbamos a un bar que había al pie del pozu que llamaben “La vuelta de
vacío” y hacíen unes sangríes muy buenes. Pa enfriales metíenles en botelles y
echaben encima pación de la rosada. Taba unu fartu de sudar y bebíamos aquello
fresquino que sabía a gloria.
Estuve en La Camocha hasta los 30 años.
¿Conocías
este pueblo antes de venir a vivir aquí?
Si hombre, venía de joven a los bailes a Les Ranes y
cortejaba algo también por esta zona. Quién me iba a decir que iba a terminar
casándome con una moza de esti pueblu.
¿Cuándo
empezaste en el negocio de la lejía?
Cuando salí de la mina saqué unes perruques de la Caja
de Ahorros y además dejome 17.000 pesetes un lecheru que luego no me les quiso
cobrar porque porteme bien con él y hicey muchos favores. Empecé con la fábrica
de lejía con un carru y un caballu percherón que andaba muy poco porque les
cajes pesaben mucho ya que les botelles eren una de cada madre, habíales de
champán, de anís, de sidra… Monté el negociu en la calle Zoila en Gijón. Cuando
empecé estaben conmigo un chavalín pa llevar les botelles y una paisana vieya
pa corchales. Luego ya llegamos a ser cinco, la encargada llamábase María.
Un día fue por allí a por lejía Pilar la hija de Pipi
y preguntome si necesitaba alguien pa trabayar en la fábrica porque tenía una
hermana suya sin trabajo. Entonces dijey que sí y fue cuando contraté a
Carmina, que era muy trabayadora. Yo ya la conocía de vela por Les Ranes, que
trabajaba algo con Abilio en El Cantábrico. Empezó conmigo en la fábrica y caseme
con ella cuando yo tenía 35 años y ella 29.
Cuéntanos un
poco más de tu vida
El primer camión que tuve fue un Chevrolet y comprelu
a un yerno de Limpias que se llamaba Belarmo. Eren camiones que quedaron
abandonaos por los montes cuando acabó la guerra y había gente que los
preparaba un poco y echábenlos a andar. De lo que gastaba aquel camión casi
tenía que llevar la Campsa detrás. El segundu que tuve fue un Ebro.
Luego
empecé a ir a Oviedo por les tardes cada segundu día a recibir instrucciones pa
empezar a fabricar ácido nítrico, salfumán, aguafuerte, detergente de lavadora…
tuve que aprender un poco sobre química.
La lejía la embotellaba con la marca de Lejías La
Preferida y los detergentes y las lejías industriales como Lejías y Detergentes
Castro. La etiqueta de Lejías La Preferida la dibujó un amigu míu que marchó pa
Cuba y era muy buen dibujante.
También de aquella empecé a trabayar con la Sociedad
Veterinaria desinfectando cuadres y limpiando y desinfectando les pezuñes de
les vaques porque de aquella no había la limpieza que hay ahora en les
ganaderíes. Aquello valiome pa tener algún problema con Evangelista el de
Arroes que de aquella era un gran curanderu y llamome la atención alguna vez
por quitay algún cliente. Luego siguió algo en el oficiu el su fiu Tavo y era
muy entendíu pa los partos de les vaques. La vaca que no echara el xatu afuera
con Tavo ya no lu echaba.
También tuve un contratu con la Seguridad Social pa
abastecer de lejía los hospitales: el de Cabueñes, Avilés, Cangas, Sama… además
de los que yo proveía ya antes como el de Begoña, Covadonga o la Cruz Roja. También
serví a muchos mataderos, hasta el de Grao.
¿Qué tal te
encuentras viviendo en Venta las Ranas?
Vine p’aquí haz 22 años, recién jubilau. Con 63 años
no quise trabayar más, traspasé la fábrica y jubileme. En esta casa ye donde
nació Carmina y todos los hermanos, que eren 13. Arreglamos la casa y aquí nos
quedamos. Yo ahora tengo huerta, pites, conejos… siempre estoy entreteníu.
Luego cojo el coche y voy a echar una partiduca y tomar algo… ¿qué más voy a
pedir?.
Damos las
gracias a Laurencio por el interés mostrado y por prestarnos unos instantes de
su tiempo para esta humilde “entrevista”.
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